Apoyé mi mano en su rodilla mientras me agachaba para
limpiarle la herida de la ceja. Estaba hecho un auténtico desastre. Llevaba
varios cortes por la cara y los brazos, la nariz sangrando y un ojo morado,
además de que los chorros de sangre le había manchando la ropa por completo.
-¿Quién ha sido Cody?
-Jack.
Levanté mi mirada hacia él para luego volverla a colocar en
su herida. Ya sabía que ese cabrón le tenía ganas a Cody, pero nunca pensé que
llegaría a hacerle una cosa tal como esta.
-¿Quién es Jack y por qué te ha hecho esto?
Cody giró su cabeza hacia Mey para responderle, pero yo no
se lo permití. Si la giraba no podría curarle bien los cortes.
-Jack es un chico de una pandilla. Hace tiempo hicieron un
partido de baloncesto contra la de Cody y se picaron, además de que entre entre
ellos dos se metieron más mierda de la que hay en un estercolero.
Cody rió ante mi respuesta y asintió.
-Resumidamente, eso es.
Me pasé el resto de la tarde curando las heridas de Cody
junto a Mey. Ali no se atrevía a tocarlas, más que nada porque sino vomitaría,
o eso decía ella. Me negué a mirar el móvil en toda la tarde, igual que en la
noche, aunque lo único que había recibido era otro estúpido mensaje que decía:
“Empezamos el descenso”
Rápidamente se me vino a la mente que Jack fuera el
culpable, pero él ya había pegado a Cody y, si me quisiera hacer algo malo a
mi, ya lo habría echo. Había pasado una semana ya. No salí ningún día más que
para ir a casa de Cody a ver como llevaba las heridas. Era lunes, por lo que no
tenía ganas de nada, quizás si de tirarme de un octavo, o un noveno incluso.
-Que cara de amargada tienes, hermanita.
-Cállate Joel.
-Venga, ¡alégrate que es lunes!
Me giré bruscamente hacia él lanzándole una de mis tostadas.
-¿Qué parte de “cállate” no entiendes?
Joel soltó una carcajada para luego irse de casa, seguido de
mi a los 10 minutos. Hoy iría andando, tenía más tiempo de lo normal y así podría
relajarme un poco para no ir contestando a todo el mundo. Pasé por al lado de
la academia de baile y me acorde de él, de Greyson. Había estado esta semana
sin verlo, siquiera había hablado con él y no sabía si hoy iría a clase o de
nuevo estaría con la excusa de “Tenía que hacer cosas” otra vez.
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